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Domingo de miedo

¿Han sentido alguna vez que al promediar el fin de semana -para los afortunados que no lo trabajan, claro- están inquietos, con un cosquilleo incómodo, pensando en el lunes y hasta les cuesta conciliar el sueño, entre otras cuestiones?


Eso es lo que llamamos 𝑡𝑒𝑚𝑜𝑟𝑒𝑠 𝑑𝑜𝑚𝑖𝑛𝑖𝑐𝑎𝑙𝑒𝑠 (Sunday scaries): son los síntomas de ansiedad experimentados por algunas personas al término de sus días de descanso, cuando se anticipan mentalmente a la carga laboral de la semana que comienza. Es una sensación común y no se trata de un diagnóstico clínico, pero desde que aparece durante el transcurso del domingo perturba y paradójicamente reduce aún más el tiempo disponible de ocio.


Algunas maneras de hacerle frente pueden ser:


- Volcar en agenda, lista, cuaderno, calendario virtual lo más importante del lunes – eso nos evita tener la memoria de trabajo constantemente on, por temor a no olvidar cuestiones claves del día siguiente


- Generar una rutina que nos agrade: en lugar de esquivar algún encuentro social tranqui ‘porque mañana se trabaja’, realizarlo; continuar con una serie o reservar el nuevo libro para ese momento


- En la medida de lo posible, no ultimar cuestiones de trabajo durante el día previo a comenzar con la jornada laboral


- Fortalecernos psicológicamente visualizando un domingo más relajado desde que despertamos, para ganarle la pulseada a los pensamientos negativos y derrotistas


- Reservar algún 𝑎𝑢𝑡𝑜𝑚𝑖𝑚𝑜 para el lunes: un desayuno especial, por ejemplo.


Y siempre, siempre darle paso a esa ansiedad y tomarnos el tiempo de pensar qué es lo que la gatilla y cuál es su verdadero mensaje detrás de ese temor dominical. A veces tan solo ponerle nombre a lo que la genera e identificar los mini-cambios que pueden ejecutarse, resulta aliviador.


En caso de no poder resolverlo solos, es importante recurrir a un profesional de la salud mental para hablar de lo que sucede y se siente, y de cómo poder ordenarlo 'cabeza dentro' para aplacarlo.


𝑵𝒐 𝒅𝒆𝒋𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒕𝒆𝒏 𝒆𝒍 𝒅𝒐𝒎𝒊𝒏𝒈𝒐. 𝑺𝒊 𝒕𝒖 𝒂𝒍𝒎𝒂 𝒏𝒐 𝒕𝒊𝒆𝒏𝒆 𝒅𝒐𝒎𝒊𝒏𝒈𝒐, 𝒒𝒖𝒆𝒅𝒂 𝒉𝒖é𝒓𝒇𝒂𝒏𝒂 -𝑨. 𝑺𝒄𝒉𝒘𝒆𝒊𝒕𝒛𝒆𝒓




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