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Cómo entrenar a tu impostor


- ‘Tenés el síndrome del impostor eterno’, me dijo mientras daba vuelta la carne en la parrilla.


     Yo, que le traía el agua fresca que me había pedido no supe si servirle un vaso o revolearle la botella. Me contuve porque sabemos que el impulso no es buen amigo de la frustración. Pero las verdades dichas crudamente -Juli’s style- generan ambos.


     La realidad es que trabajo a diario con los pacientes registrando el impostor que llevan dentro y no tanto porque leo del tema, sino más porque justamente convivo con él.

     No importa a qué nos dediquemos, este mundo que cambia constantemente nos obliga a capacitarnos al mismo ritmo, a saber, a probar, a implementar, a correr, a llegar rápido, a agotarnos… y a sentir que nunca alcanza.


     Si por momentos quedás en el callejón del 𝑠𝑒 𝑣𝑎𝑛 𝑎 𝑑𝑎𝑟 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑠𝑒, 𝑛𝑜 𝑚𝑒 𝑚𝑒𝑟𝑒𝑧𝑐𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑜, 𝑠𝑖 𝑙𝑜 ℎ𝑎𝑔𝑜 𝑦𝑜, 𝑙𝑜 ℎ𝑎𝑐𝑒 𝑐𝑢𝑎𝑙𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑎, etc., probably pertenecés al 70% que sufrimos del síndrome. Nos paralizamos ante esa alfombra a cruzar por temor a ser descubiertos en nuestra incapacidad.

Y honestamente, a mi me gusta pensar la incapacidad como esa virtud que todos poseemos para desarrollarnos en 𝑎𝑙𝑔𝑜.


     Pero don’t worry aquí que la buena noticia es que podemos entrenar -y debilitar- al impostor interior.

¿Cómo? identificándolo, anticipando cuándo se puede hacer presente, explicándole que 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑡𝑒𝑟 un error no es 𝑠𝑒𝑟 un error. Mejorar es parte natural del coraje de seguir creciendo, no una mentira encubierta de lo que -aún- no me sale. Coraje y comfort tampoco son buenos amigos… si uno va a la fiesta y camina por la alfombra, el otro se queda en casa sin brillos.

Y cada vez, hay que elegir con cuál de los dos compartiremos el momento.


Vos, autoconfiá e intentá.




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