Me gusta que el 2022 ya esté casi acá, en la orillita de este 2021 con tanta montaña rusa. Mientras espero el amanecer – hoy no sucederá hasta las 8.30 aprox. – suspiro agradecida por lo que ha sucedido y por la cosquillita de lo que se viene.
Agradezco cada mensaje que recibí en la última semana: los audios de voces amigas, los pacientes pidiendo sobreturnos o saludando; los mensajes de los recomendados de los recomendados. Y también crezco al aprender a cada minuto de la historia de los países que me convocan en una hora de sesión.
Agradezco la foto de mi madre junto al arbolito, y ver las fotos de tanta gente con quienes hemos compartido el camino allá o acá. Río con el comentario ácido de mis sobrinos en el chat como si estuvieran sentados a mi lado en la mesa. Sentirlos a todos cerca, riendo, jugando a no saber qué es la distancia.
Agradezco los alfajorcitos de maicena caseros, ver a mi hermana lucir una ex-prenda mía, los recitales por video desde Buenos Aires, el acento argento en un negocio en el centro de Edimburgo, viendo las ofertas .
Agradezco los regalos que me dejó Papá Noel como si me hubiera portado bien – en especial el libraco doble de Paul McCartney, british 100%.Suspiro agradecida otra vez. Se ve que estoy sensible… Será por eso que la 3ra dosis me pegó bastaaante fuerte.
Creamos. De creer, y de crear. El 2022 está impoluto para empezar a dibujarlo – no depende sólo de nosotros, pero algo de nosotros si depende.
¿Ya le sacaste punta al lápiz?
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