Quienes hemos egresado de la hermosa Universidad de Buenos Aires no desconocemos la preponderancia del psicoanálisis en la idiosincrasia argentina cuando decimos ‘Hoy tengo psicóloga’ – algunos más afilados utilizarán el término correcto de analista. Sin embargo en todos los casos el diván quedará por siempre imprecisamente ligado a la imagen del psicólogo de manera general.
En UK y la mayoría de los países de Europa ir al psicólogo tiene matices levemente diferentes. La gente asiste a las sesiones durante algunos meses o si por más tiempo, espacian los encuentros, toman nota de lo que decimos ¡Qué presión! e intercambiamos artículos sobre los que elaboramos tareas y debatimos al respecto – dependiendo de la rama psi a la que pertenezcamos.
Los colegios y asociaciones de profesionales nuclean al counselling y psicoterapia por un lado y a los psicólogos por otro. Aunque counselling y psicoterapia suelen usarse como sinónimos del mismo proceso, la psicoterapia (derivado del griego therapeia, sanar) abarca el trabajo con trastornos mentales por lo cual el tratamiento se puede extender por un plazo más prolongado. El counselling en cambio, tiende a focalizarse en problemas específicos o cambios necesarios en el ajuste de señal del presente de quien acude a la consulta, y la cantidad total de sesiones suele ser menos.
En cuanto a la terminología en el contexto terapéutico, la palabra cliente es utilizada para referirse a alguien que solicita orientación en psicoterapia o counselling. La razón es apartarse del modelo médico puro en el cual el profesional tiene el saber del padecimiento del paciente y corrige lo que esta malito, sin más. Aunque obviamente el cliente en terapia no ‘compra’ algo en el consultorio, se lo considera un agente de esa dinámica tan activo como los profesionales y por eso se acuña el término. Personalmente si bien comparto las razones, aún no me acostumbro a implementar la palabra de manera natural.
Aunque puntualizadas algunas de las tantas diferencias, lo cierto es que no importa cuáles sean las corrientes, orientaciones y/o especializaciones. Todas han de converger en acompañar la transformación emocional de quien solicita ayuda. Considero que el aspecto central es el empoderamiento de quien consulta, facilitar la recuperación de su potencial interno y la autoconfianza para enfrentar, resolver y transitar la/s crisis por la/s que atraviesa.
Necesariamente la angustia es una ruta obligada en ese camino, no se puede (ni debe) evadir si se quiere avanzar en la búsqueda de lo que sucede, por qué, para qué. Podemos hablar largamente de la eficacia de cada orientación, aunque varia en cada caso, lo cual es lógico, ya que cada uno de nosotros como individuos somos diferentes y hablar de lo que duele, enoja o incomoda nunca es tarea fácil.
¿Mi sugerencia? Si tenés ganas de comenzar a deconstruirte en un proceso terapéutico preguntá, probá, equivocate, y volvé a empezar. No le des más vueltas a la posibilidad de sentirte un poco mejor.
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