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Where are you from?

Volvíamos en el tren. Post covid, vuelven a estar llenos de gente, con maletas que velan por nuestros pensamientos mientras descansan por encima de los asientos. Los pasajeros despliegan ipads, computadoras, cuadernos, tuppers y se preparan para un largo -o corto- viaje. Los demás producen, yo miro por la ventana: gamas de verdes, agua, casitas. En Reino Unido tomarse un tren es un planazo.


Tras escuchar la correspondiente disculpa en el parlante del vagón por la demora de 3 minutos (si, tres), reiteraron que el bar estaba abierto pero que también vendría el carrito de las bebidas y los snacks hasta nosotros, como en el avión. Cuando finalmente llegó a la mesita que compartíamos con dos vecinitos más, el azafato inglés vociferó ‘Ah, argentinos!’. Me sobresalté en mi butaca y en el viaje mental a través del paisaje y asentí un poco confundida. Sólo después registré que tenía el mate en mis manos.Mientras seguía deslizándose con sus bártulos y atendía al resto, nos preguntaba cosas: que si contenía cafeína, que qué sabor tenía, que cómo se tomaba, etc. Unos minutos despues desapareció con su minikiosquito.


Retornado el silencio volví a mirar por la ventana pero ahora reflexionando sobre lo curioso de que alguien te reconozca en tu origen por un elemento externo a uno: no es la tonada -muchas veces preguntan qué idioma hablamos, así que no hay mucho registro-, no es el rasgado de los ojos, no es la contextura física. Estábamos quietos y callados.


Volvíamos en el tren y allí, mientras nos demorábamos tres minutos en una estación pequeñiiita, alguien no sabia de dónde eran los ipads, computadoras, cuadernos y tuppers, pero si el mate.




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