La 𝑧𝑜𝑛𝑎 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑓𝑜𝑟𝑡 es un término que utilizamos a menudo y pasó a formar parte del piloto automático de nuestra charla. La escuchamos, la decimos, sabemos perfectamente en qué contexto mencionarla… pero así gastada como está me pregunto, ¿Es mala o es buena?
Ya sea que derive en carencia de ideas y proyectos, atravesar una etapa en esa zona es necesaria para querer 𝑜𝑡𝑟𝑎 cosa. El deseo ha sido deseo de 𝑎𝑙𝑔𝑜 en tanto nos encontramos en el proceso de conseguirlo, pero una vez conquistado ese horizonte se transforma, y de inalcanzable se torna invisible por encontrarse justo alli, donde siempre soñamos ubicarlo cuando se lograra. Lo vemos todos los días, lo dejamos de ver.
Si digo ‘cómodo’, pienso en pantuflas. Lo cómodo es acogedor, es a lo que estamos acostumbrados, aunque no por eso es fácil. Nos permite realizarlo sin atención plena y fomenta el multitasking, like. Lo clave será entonces 𝑐ó𝑚𝑜 nos alistamos para catapultarnos de terreno conocido hacia lo nuevo: a veces lo emocionalmente comfortable tiene un costo más alto que animarnos a 𝑜𝑡𝑟𝑎 cosa. Cuando los invisibles pasamos a ser nosotros, la señal de alarma indica 𝑑𝑎𝑛𝑔𝑒𝑟! 𝑍𝑜𝑛𝑎 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑓𝑜𝑟𝑡, y allí será momento de 𝑎𝑐𝑡𝑖𝑣𝑎𝑟.
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