El bus se detuvo en una de las paradas. Esto suele suceder si van unos minutos adelantados en su horario, pero esta vez fue diferente. El conductor abrió la puertita de su cabina, se paró frente a nosotros como un profe que testea a sus alumnos y preguntó:
- ¿𝘈𝘭𝘨𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘴𝘢𝘣𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘥ó𝘯𝘥𝘦 𝘥𝘦𝘣𝘰 𝘥𝘰𝘣𝘭𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘤𝘳𝘶𝘤𝘦? 𝘏𝘢𝘤𝘦 𝘴𝘪𝘦𝘵𝘦 𝘮𝘦𝘴𝘦𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘨𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘳𝘶𝘵𝘢 𝘺 𝘦𝘴𝘵𝘰𝘺 𝘢𝘭𝘭í 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘢𝘥𝘰 𝘴𝘪𝘯 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘪𝘧𝘳𝘢𝘳𝘭𝘰.
El promedio de edad en ese bus superaba los sesenta y todos orientaron al chofer en la dirección a seguir -yo no suelo tomar esta ruta tampoco así que no hubiera aprobado, juro que para la próxima estudio con tiempo.
Durante el resto del trayecto y con los ojos entrecerrados por el solazo que me saludaba través de la ventana pensé en la valentía de ese hombre al admitir su duda, su error implícito en el hecho de no saber el camino para trasladar a su pasaje y hacer su trabajo 𝘤𝘰𝘳𝘳𝘦𝘤𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦.
El cruzó esa puerta y apeló a los que estábamos allí sentados sin temor a ningún tipo de represalia. Cuántas veces contenemos las dudas por temor a la sanción social pero con él se veía tan sencillo poder no hacerlo…
La memoria es 𝑟𝑒𝑐𝑜𝑛𝑠𝑡𝑟𝑢𝑐𝑡𝑖𝑣𝑎, no 𝑟𝑒𝑝𝑟𝑜𝑑𝑢𝑐𝑡𝑖𝑣𝑎. ¿Simple? No se trata de darle play a una peli, sino más parecido a tener fotos de la peli que deben ser ordenadas de acuerdo a la lógica que las conecta. Al autobusero se le habían pixelado algunas fotitos y salió a pedir ayuda.
A veces la memoria sí falla y no tiene que ver con la edad necesariamente. Sugiero admitir, preguntar y encauzar porque los falsos recuerdos también existen. ¡Y descontractura tanto decir 𝑛𝑜 𝑠𝑒!
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