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¿Qué ves cuando me ves?

El sendero del parque desemboca en el supermercado que visito semanalmente. Paseo apenas unos minutos mientras veo la vida de otros en el escenario de césped a su vera. Los sábados, hay futbolito y las familias acompañan a sus pequeñas futuras estrellas. Hasta ahí, imagen muy Argenta. ¿Lo diferente con Argentina? Ningún padre o madre da indicaciones a sus hijos. Nadie grita. Sólo el 𝑐𝑜𝑎𝑐𝘩 lo hace. Los progenitores se limitan a festejar un gol o a comentar la jugada entre ellos.

Al regresar del Sainsbury’s con mi compra a cuestas -por el mismo camino- el partido está en su plenitud y hay un grupo de adultos, niños y perritos al pie de la escalera -es donde el espacio es más ancho y permite la 𝑡𝑟𝑖𝑏𝑢𝑛𝑎. Cuando me perfilo a subir el primer escalón con mi mochila cargada y su excedente, identifico una voz que se alza y dice: ¿𝑁𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡á𝑠 𝑎𝑦𝑢𝑑𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑒𝑠𝑎𝑠 𝑏𝑜𝑙𝑠𝑎𝑠? 𝐿𝑢𝑐í𝑠 𝑑𝑒𝑠𝑡𝑟𝑢í𝑑𝑎.

Cuando jugás en categoría post-40 si alguien te dice que tenés 𝑐𝑎𝑟𝑎 𝑑𝑒 𝑐𝑎𝑛𝑠𝑎𝑑𝑎, puede ser una manera elegante de decirte que estás vieja, pero en este caso ni siquiera califiqué para ese término. Dijo 𝑑𝑒𝑠𝑡𝑟𝑢í𝑑𝑎. Nos reímos, agradecí por la oferta y llegué al tope de la mini escalera, que a ese punto ya me parecía la escalinata de la Piazza Spagna.

𝐷𝑒𝑠𝑒𝑛𝑠𝑖𝑙𝑙𝑎𝑑𝑎 en casa, casi para contradecir remotamente el comentario del gentil muchacho me miré en el espejo y me di cuenta que él había estado en lo cierto. Con el reflejo ante mi, empecé a registrar un dolor agudo en el cuello que a veces ataca, producto de un latigazo cervical que me escolta hace tiempo.

¿Acaso la mirada del otro puede decirnos más de nuestra persona, inclusive antes de que salgamos de la propia burbuja y podamos hacerlo por nosotros mismos?

𝐴 𝑣𝑒𝑐𝑒𝑠 es difícil escuchar la crítica constructiva -o no tanto- del entorno cercano – siempre es más fácil hacerlo de un 𝑟𝑎𝑛𝑑𝑜𝑚 en el parque vecino. Pero la mirada del otro es una foto con flash que debemos tener en el álbum.

𝐴 𝑣𝑒𝑐𝑒𝑠 estamos tan ensimismados que no podemos hacer la panorámica y debemos entregarnos a la cámara ajena para poder vernos. Y believe me, sirve. Oh si que sirve.

Hoy te invito a preguntar a alguna persona favorita de tu círculo cómo te ve. Ojalá que al menos apliques para 𝑐𝑎𝑛𝑠𝑎𝑑𝑜.




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