En el día a día, las situaciones que vivimos, las conductas de otras personas y circunstancias varias disparan emociones que muchas veces no podemos controlar. En ocasiones, para el momento en que podemos registrarlas -si lo hacemos- han adquirido una intensidad y velocidad que ya no podemos detener.
Al intentar reconocer en nosotros mismos algunos de esos 𝘥𝘪𝘴𝘱𝘢𝘳𝘢𝘥𝘰𝘳𝘦𝘴 de lo que sentimos, nos volvemos más inteligentes emocionalmente, lo cual impacta de manera positiva en nuestra relación con los otros. Sin embargo, cuando no logramos ese movimiento interno, es importante tener en cuenta que 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 disparadores son 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢 responsabilidad y no es asunto del mundo ni de quienes nos rodean caminar en puntas de pie en el campo minado de esas emociones no deseadas.
Repensar conductas propias (acciones, respuestas, etc) nos conecta con emociones que nos han impulsado a tenerlas. Y probablemente transitando ese caminito encontremos muchos atajos a la hora de reconocer esos 𝙩𝙧𝙞𝙜𝙜𝙚𝙧𝙨 y reconocernos más. Está en nuestras 𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠.
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