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El psicólogo Alfred Adler argumentó allá por la década del '30 que el hijo mayor suele ser el más dominante social e intelectualmente, pero tiende a buscar aprobación porque deja de ser el centro de atención cuando nace un hermano; el del medio al hacerse 'sanguchito' entre el mayor y el menor suele ser competitivo y diplomático -lo cual es muy diferente a considerarlo el problemático; finalmente, el más joven tiende a ser egoísta y demandante, ya que ha crecido acostumbrado a que se le provea en su necesidad.
Sin embargo, y con una lógica psi, Adler también planteó que el orden en que los hijos nacen es un factor que puede contribuir a lo anteriormente descripto, pero no el único: es el medioambiente -como por ejemplo las circunstancias socioeconómicas- las que en definitiva terminan de darle 'forma' a la personalidad del individuo.
Este postulado Adleriano de que el orden en que nacemos nos determina es una idea ampliamente instalada en el saber popular, pero controversial: hay muy poca evidencia científica que lo sostiene y en los últimos años el número de familias numerosas ha disminuído dramáticamente, lo cual dificultará aún más lograr algún hallazgo concluyente.
Siendo la más chica de tres hermanas me considero que 'soy' un poco de todo: las circunstancias familiares, el amor de mis padres, mis expectativas y lo que hice - ¡y haré!- con todo eso.
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