Lunes por la mañana y teníamos cita en el Consulado de Edimburgo. Hacía 3 años que venía batallando por email acerca de un asunto pendiente: ellos indicaban que faltaba documentación y yo, que ya la había presentado en Buenos Aires. Idas y vueltas entre una fingida amabilidad que encubría la decisión de todas las partes de no ceder ante la insitencia del otro.
Lunes por la mañana y teníamos cita en el Consulado de Edimburgo. Iba con mi sobre en mano dispuesta a pelear, a gesticular, a hacer valer mis derechos, a plantear la situación con vehemencia e intransigencia. Soñé con la escena la noche anterior. No me volvería sin una respuesta de los pasos a seguir.
Llegado mi turno -fuimos los cuatro, todos con cuestiones diferentes, Marco me escuchó con atención, observó lo que le presenté, leyó el legajo familiar con la actualización de los mails, levantó su cabeza y dijo:
-No se qué es lo que sucede entre las sedes de Italia y Argentina, pero vos aquí tenés el papeleo necesario para continuar con el trámite, así que no te preocupes.
-… Me quedé con mi ‘No, pero’ atragantado y él, ignorando mi sorpresa sonrió y agregó:
-Así que si trajiste efectivo y una foto podemos proceder ahora mismo.
Yo no había llevado 𝑛𝑎𝑑𝑎.
En mi defensa, voy a decir que aquí casi todo es dinero virtual – no uso billetera. Pero la foto… Se trataba de una cédula de identidad, ¡Cómo no iba a llevar una foto! Estaba tan enrosacada en mi enojo, y en lo que no se había contemplado hasta el momento que estaba segura que nada iba a cambiar. Y no me preparé en caso de que si, de que un Marco me dijera ‘tus papeles valen para mi’.
¿Cuántas veces nos ubicamos en el lado oscuro y no nos permitimos estar preparados en caso de luz? Una postura ingenua es tan peligrosa como una actitud derrotista que además nos pone más en guardia para el ataque que para una bandera blanca. Y Marco agitó su bandera blanca mientras yo no supe qué hacer con mi arsenal.
El 12/10 tengo un nuevo turno: pasaré por el cajero y llevaré una de ¾ de perfil actual, aunque bien tentada estoy de llevar una de más joven. Pero esta vez iré sin armadura.
¿Obtendré mi cédula al fin?
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