Lunes 8.50am. Hora de emprender el regreso a casa desde Lisboa hacia el aeropuerto. La máquina para recargar saldo rechaza nuestra tarjeta de viaje varias veces y no nos permite sacar el pasaje para abordar el Metro.
9am. Al contactar al staff de la estación que promete ‘Estoy para ayudarlo’ en su uniforme, se nos invita a hacer el mismo procedimiento que ya habíamos realizado y comprueba confundido que efectivamente el sistema desconoce la ‘sube’ lisboeta. Reitera el intento de compra y dice:
- No se puede, ésta es una tarjeta para el tren, no para el Metro.
- Pero cuando llegué al aeropuerto la obtuve a través de una de las máquinas expendedoras y viajé -hello- en Metro hasta aquí, le digo.
- No se... – cada vez que lean ésto, imaginen al señor de chaleco flúo levantando sus hombros.
- ... Ayer es verdad que la usamos para el tren, pero en la boletería no me informaron si la tarjeta quedaba anulada para el Metro.
- No se... ¿Está segura que no le trocaron la tarjeta allí?
- ... Perdón, ¿Acaso no es la misma tarjeta para Metro, tren y ferry? No la había usado en el bus, así que no quise exigir su paciencia y buena voluntad con un dato no chequeado.
- Si, pero no se... Aunque pueden ir con el tren hasta Lisboa Oriente.
- Ah, ¿Y Allí puedo combinarlo con otro transporte que me deje en el aeropuerto?
- No se... Mejor hable con el oficial de trànsito, dijo el buen hombre señalando una taquilla completamente cerrada a las 9.10am de un lunes en una estación terminal de trenes y subtes.
9.15am se acercó el oficial bajando desapresuradamente las escaleras y revoleando un manojo de llaves. Nos siguió directamente con la mirada, supongo que alertado previamente por el colega del chaleco (recuerden que flúo, no de otro estilo) que ya había desaparecido.
Una vez que abrió su oficina hizo señas que dejáramos las tarjetas en la bandeja de la ventanilla. Al chequear la info en su computadora, acompañó con una mueca de ‘Lo sabía’, giró la pantalla y nos mostró toda la data con un sistema operativo parecido al de la Commodore 64. Luego aclaró:
- Debe esperar a que se cumplan 24hs del uso de su ticket de ayer en el tren para poder utilizar este cartón en un nuevo medio de transporte.
Ante nuestro 'eso no tiene sentido' y con el mismo fastidio con el que el jefe nos desasnó, tanteó al costado de su mini-monitor y nos revoleó en la bandeja dos cartones ‘liberados’ para que pudiéramos hacer la operación que nos llevara a destino.
10.20 arribamos al aeropuerto esperando que al ticket aéreo no lo rigiera la misma lógica de las 24hs. O por lo menos que hubiera alguien que pudiera explicarlo a los turistas.
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