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CupiLido

Mi Viejo nació un día después de San Valentín, creo, que para no opacarlo. No tiraba flechas, pero igual amaba. Nos llevaba en auto hasta donde fuera. Al comenzar la temporada, me compraba cerezas cada vez que iba a su casa. Se reía de él mismo: se bancaba que lo cargara frente a su enojo desmedido. No se bancaba que lo cargara si perdía al Scrabble😊 Mi papá se propuso transmitirme la pasión por la lectura. ‘Cuando me muera no te voy a dejar guita, pero si educación’ decía orgulloso. El kiosco de revistas era parte de la aventura los domingos por la mañana: yo elegía Patoruzú o Condorito mientras él se inclinaba por intereses un poco polémicos: Revista Selecciones, casos de crímenes famosos y Diario Popular – con el tiempo me di cuenta que elegía ese pasquín por la chica de la contratapa. El me enseñó -sin proponérselo- que en los pequeños detalles ofrendados está el verdadero amor. El esfuerzo de salir a buscar cien cuadras más lejos un chocolate en particular, solo porque al otro le gusta; afeitarse el bigote de su marca registrada, solo porque el nieto que lo transformó en abuelo le evitaba el beso pinchudo; enviarle flores a mi madre durante cada aniversario. Lido Pedro Ciccarelli aportaba desde donde podía a mis hobbies, a mis caprichos, a mis necesidades. Y acaso el amor, ¿No se trata de eso? Escuchar y pensar en el otro. Encontrarnos a mitad de camino entre lo que puedo dar y lo que el otro quiere o cree necesitar. Amar es no frustarse frente a la imposibilidad de ser exactamente la media naranja del otro, pero aún así jugar a que se puede, y entregarnos a intentarlo. Felíz día a los enamorados de los detalles y de la vida.

Felíz cumple mañana, pa.





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