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Abrochen sus cinturones

Estos fueron días de reuniones laborales, tragos, almuerzos y cafés. Hacía tiempo que no se daban juntas tantas actividades sociales presenciales. No se si porque salió el sol, o porque había partido de rugby de local, pero en Edimburgo fue un finde de alegría.

Desde una mirada psi, podría decirles que experimenté un 𝑑é𝑗à 𝑣𝑢 en cada uno de esos momentos de tertulia, pero también un 𝑗𝑎𝑚𝑎𝑖𝑠 𝑣𝑢. El déjà vu, el ya visto, porque me reuní con mis amigos, hablamos de cosas serias, nos reímos y celebramos la vida. Como siempre.

El jamais vu por el contrario, el nunca visto, porque algo de eso revestía la extrañeza de lo que es familiar pero no se reconoce: ponernos el barbijo para el abrazo, no saber si en el vehículo ajeno debemos portarlo o no; descifrar a una ininteligible mesera embarbijada en el bullicio de un restaurant; Que los peques no toquen a la puerta para que les des dulces en Halloween. Como nunca.

Rearmar en nuestras cabezas algo tan habitual como ir a la cancha pero que en la entrada del estadio chequeen tu app para comprobar que tengas las dos dosis de la vacuna. Si no, a casa y sin chistar. Qué raro todo eso.

Estamos volviendo a vivir situaciones por primera vez, cosas que ya hicimos pero ahora se hacen de otra manera, con otros toques, otros entrenamientos, otros registros.

De a poquitiiito nuestros déjà vu y jamais vu se fusionan en un solo pasaporte que permite el acceso sin restricciones a Postcovidlandia. Preparados, listos…




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