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Uno

Cuando promedia la primera sesión suelo dar lugar para alguna pregunta que quieran hacerme antes del cierre. Entonces Analía en Buenos Aires, dijo:

- Seguro te lo preguntaron mil veces, pero... ¿Por qué seguís trabajando para Argentina?


Realmente no anticipé el tópico de la duda y me causó gracia. Creo que también tendría que explicarle por qué sigo leyendo los diarios semanalmente, o miro el clima, o no me deshago de mis botitas Febo por más que estén viejitas.


A nivel familiar algunas veces me cuestionan mi motivación de seguir trabajando para Argentina, con una moneda que aquí en UK -tristemente- no rinde en absoluto.


Y aunque con Analía no me quise poner romántica, en casa lo digo: porque mi país me ayudó a formarme de manera gratuita y porque mis pacientes argentinos -a riesgo de sonar con discurso de madre- me han dado y me dan muchas satisfacciones. Me sigo capacitando acá, pero trabajo también para allá.


Esta semana hay en mi agenda un Suecia, Alemania, República Checa, Gales, Irán, Eslovaquia y Marruecos, entre otros. Pero llega el espacio de alguien en Argentina y ahhh… aunque re-lejos, estoy en casa.


Ayer filosofábamos con Ceci del deseo puesto en nuevos proyectos, de los balances positivos, de seguir preguntándonos hacia dónde vamos - aún cuando pareciera que llegamos a un cul-de-sac. Hay cosas que sencillamente no tienen explicación, solo se que mi deseo se va diversificando pero aún ancla ahí, en ese tango que suena cuando pregunto ‘¿Y cómo fue esta semana?’




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